lunes, 25 de febrero de 2013

LA PEÑA DE GABÁS

              Ascendiendo por el valle del río Osia, una vez pasado Aragües del Puerto y llegando a las bordas de Labati, al abrirse el barranco de los Cambones en la margen derecha del río, destacan en un entorno de montañas alomadas, las verticales líneas de la Peña de Gabás.

           
           En la fotografía se aprecia el suave perfil de la Punta de Gabás (2.143 m.) detrás y a la izquierda del imponente relieve de la Peña de Gabás (1.946 m.). Gabás es un topónimo que se repite bastante en la cordillera Pirenaica y está relacionada probablemente con la palabra gascona gave o gava, que viene a significar “garganta o corriente de agua”. Es evidente que estamos en territorio de cascadas y rápidos.

            Los suaves relieves de “la Punta” corresponden a las turbiditas que se encuentran asociadas a las sierras interiores en su contacto con la depresión media pirenaica. También conocidas como flysch (palabra alemana que alude a su capacidad de deslizamiento), las turbiditas constituyen enormes acumulaciones (de hasta 4 km de espesor) de finos estratos alternos de areniscas (grano medio) y lutitas (grano fino). Se formaron en un ambiente de talud continental en el Eoceno (hace 50 millones de años) gracias a corrientes de turbidez que llevaban sedimentos de la plataforma continental por el talud hacia los fondos abisales, en donde se depositaban en enormes abanicos aluviales, primero los materiales gruesos (arenas) y después los finos (limos). Los sucesivos deslizamientos a lo largo del tiempo son los que van formando una serie regular de finos estratos alternos de areniscas y lutitas.

            Por otro lado, los verticales relieves de “la Peña” corresponden a una megaturbidita intercalada en el flysch. Se trata de la MT-3, es decir, la megaturbidita 3 o de Villanúa, consistente en un potente estrato calcáreo de grandes dimensiones y patente continuidad lateral. Estas megacapas se generaron a partir de deslizamientos de depósitos calcáreos arrecifales de la plataforma continental que cayeron por el talud hacia los abanicos aluviales mencionados anteriormente para colocarse sobre la serie turbidítica. En la zona se contabilizan hasta 8 de estas megacapas, siendo la MT-3 una de las más cercanas a las sierras interiores (y por tanto de las más antiguas) y también la de mayores dimensiones (de hasta 200 m de espesor).

            El levantamiento posterior de la cordillera pirenaica deformó los estratos de la MT-3 hasta su disposición vertical actual. Como además las brechas calcáreas de la megacapa son más competentes (es decir, resistentes a la erosión) que el flysch circundante, aquellas han quedado como relieves destacados sobre ésta, que presenta un relieve suave característico. Todo ello ha hecho que tanto la Peña de Gabás como el vecino pico Espelunguera presenten en su cara sur unas imponentes paredes de casi 150 m de caída.


La punta y peña de Gabás (izda) y el pico Espelunguera (dcha) desde las bordas de Labati
 
              Sobre las laderas situadas al pie de este singular fenómeno geológico se desarrolla un bosque mixto de carácter húmedo en que domina el pino royo (Pinus sylvestris) sobre un tapiz musgoso. Entremezclados con los pinos tenemos coníferas como tejo y el abeto, y plantas caducifolias como el haya, el quejigo, el arce y el avellano.
              Esta formación boscosa indica la existencia de un clima más lluvioso, con más nieblas, menor oscilación térmica y menor insolación, debido a que los húmedos vientos atlánticos apenas son frenados por las moderadas altitudes de estas montañas.
              En el fondo del valle se ubican las bordas de Labati, en donde el bosque se ha aclarado para dar origen a los prados de siega, imprescindibles para la alimentación invernal del ganado. En torno a los campos encontramos un árbol forrajero como el  fresno (Fraxinus exceslsior),  conformando así el mosaico vegetal propio de las zonas rurales de los valles del Pirineo.
 
 Amentos de avellano

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