En la fotografía
se aprecia el suave perfil de la Punta de Gabás (2.143 m.) detrás y a la
izquierda del imponente relieve de la Peña de Gabás (1.946 m.). Gabás es un
topónimo que se repite bastante en la cordillera Pirenaica y está relacionada
probablemente con la palabra gascona gave
o gava, que viene a significar
“garganta o corriente de agua”. Es evidente que estamos en territorio de
cascadas y rápidos.
Los suaves relieves de “la Punta”
corresponden a las turbiditas que se
encuentran asociadas a las sierras interiores en su contacto con la depresión
media pirenaica. También conocidas como flysch
(palabra alemana que alude a su capacidad de deslizamiento), las turbiditas
constituyen enormes acumulaciones (de hasta 4 km de espesor) de finos estratos
alternos de areniscas (grano medio) y lutitas (grano fino). Se formaron en un
ambiente de talud continental en el Eoceno (hace 50 millones de años) gracias a
corrientes de turbidez que llevaban
sedimentos de la plataforma continental por el talud hacia los fondos abisales,
en donde se depositaban en enormes abanicos aluviales, primero los materiales
gruesos (arenas) y después los finos (limos). Los sucesivos deslizamientos a lo
largo del tiempo son los que van formando una serie regular de finos estratos
alternos de areniscas y lutitas.
Por otro lado, los verticales
relieves de “la Peña” corresponden a una megaturbidita
intercalada en el flysch. Se trata de la MT-3, es decir, la megaturbidita 3 o
de Villanúa, consistente en un potente estrato calcáreo de grandes dimensiones
y patente continuidad lateral. Estas megacapas
se generaron a partir de deslizamientos de depósitos calcáreos arrecifales de
la plataforma continental que cayeron por el talud hacia los abanicos aluviales
mencionados anteriormente para colocarse sobre la serie turbidítica. En la zona
se contabilizan hasta 8 de estas megacapas, siendo la MT-3 una de las más
cercanas a las sierras interiores (y por tanto de las más antiguas) y también
la de mayores dimensiones (de hasta 200 m de espesor).
El levantamiento posterior de la
cordillera pirenaica deformó los estratos de la MT-3 hasta su disposición
vertical actual. Como además las brechas calcáreas de la megacapa son más
competentes (es decir, resistentes a la erosión) que el flysch circundante,
aquellas han quedado como relieves destacados sobre ésta, que presenta un relieve
suave característico. Todo ello ha hecho que tanto la Peña de Gabás como el
vecino pico Espelunguera presenten en su cara sur unas imponentes paredes de
casi 150 m de caída.
Sobre las laderas situadas al pie de este
singular fenómeno geológico se desarrolla un bosque mixto de carácter húmedo en que domina el pino royo (Pinus sylvestris) sobre un tapiz
musgoso. Entremezclados con los pinos tenemos coníferas como tejo y el abeto, y
plantas caducifolias como el haya, el
quejigo, el arce y el avellano.
Esta formación boscosa indica la
existencia de un clima más lluvioso,
con más nieblas, menor oscilación térmica y menor insolación, debido a que los
húmedos vientos atlánticos apenas son frenados por las moderadas altitudes de estas
montañas.
En el fondo del valle se ubican
las bordas de Labati, en donde el bosque se ha aclarado para dar origen a los prados de siega, imprescindibles para
la alimentación invernal del ganado. En torno a los campos encontramos un árbol
forrajero como el fresno (Fraxinus exceslsior), conformando así el mosaico vegetal propio de
las zonas rurales de los valles del Pirineo.
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